sábado, 26 de enero de 2008

26 de Enero

[desde Ralph Court 22, mi ventana, mi punto de vista]
Hace cinco años, sobre las nueve de la mañana, un día gris, frío y lluvioso despegaba desde Bilbao un avión con destino Londres. En aquel aeropuerto aquella mañana de Enero quedaron todas las cosas de las que era necesario deshacerse para, a partir de ahí, de esa mismo instante, empezar a trazar un nuevo camino. Allí, entre muchísimas otras cosas, apareció ese lugar donde las rosas no se marchitan. Cinco meses y cinco días después otro avión regresó a Bilbao y, aún hoy, el valor de todo lo ganado y vivido en ese tiempo es incalculable.
En ensoñaciones luminosas ahora imagino aquel lugar que siento como mío e imagino caminar desde casa hasta Camdem pasando por las desiertas paralelas a Oxford Street y siguiendo después por Tottenham Court Road. O bajar Charing Cross Road para mirar las librerias. O tal vez tomar otra dirección diferente y cruzar el Támesis por el Blackfriars Bridge y buscar casas abandonadas cerca del London Dungueon. Encontrar la tranquilidad en el atardecer desde el Hammersmith Bridge en alguno de los pubs al lado del río. Volver a los jardines infinitos de Hampton Court. Navegar por el canal en un house boat de colores y escuchar en Portobello a los jamaicanos. Perder horas en Budgens, Europa, Marks&Spencer, Garcia&Pons... o Paperchase. Buscar ardillas en Kensington Gardens. Y después escribir todo lo vivido subida en mi ventana.
Ahora, después de más de cuatro años viviendo en el destino que apareció después de Londres y de haber acumulado tantos kilómetros de tantas maneras diferentes pienso en algo que nunca hice durante aquellos cinco meses y cinco días: perderme de noche, observar la ciudad dormida, respirar la madrugada.... y por eso sé que, un día, volveré.

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