sábado, 8 de marzo de 2008

Before Sunrise

"It's like our time together is just ours. It's our own creation."

"So often in my life I've been with people and shared beautiful moments like travelling, or staying up all night and watching the sunrise, and I knew those were special moments. But something was always wrong. I wished I’d been with someone else. I knew that what I was feeling, exactly what was so important to me, they didn't understand. But I'm happy to be with you. You couldn't possibly know why a night like this is so important to my life right now, but it is..."

- "Before Sunrise", 1995, Richard Linklater.


En la vida hay una serie de cosas sobre las que se tiene un ligero miedo a reflexionar a no ser que haya algún tipo de final cercano. Pero vale inmensamente la pena darse cuenta de ellas mucho antes de eso. Sea cual sea el tipo de final. Hay dos/tres pensamientos o cosas que aprender de la vida relativamente opuestas que siempre han llamado mi atención.

La primera es ser capaz de relativizar un momento (ya esté constituido este por segundos, minutos, horas, días, meses o años) y valorarlo por la simple existencia del mismo, no porque tenga que permanecer necesariamente o porque tenga que terminarse irremediablemente. Hay momentos luminosos limitados por el espacio y/o por el tiempo, tal limitación se conoce desde el mismo instante que se acepta vivir ese momento. Hay unas condiciones, un final establecido y cualquier cambio, o intento de prolongar, determinados momentos destruye la luminosidad por completo. Hay otros momentos que no los limita nada, en todo caso la noción siempre presente de que las cosas, como las vidas de cualquier cosa, nunca son infinitas. En estos casos es el miedo al fin lo que destruye la luminosidad. Cada partícula de tiempo que forma ese momento que discurre y se acumula en la historia personal es valiosa, altamente valiosa. Es posible que igual que en el caso anterior el momento termine en un espacio y tiempo determinado pero ese espacio y ese tiempo no están fijados. Es vital aprender a valorar el presente sin influencias de lo vivido y sin sugestiones de lo que puede ocurrir cuando ya no haya presente.

Por otro lado, la segunda es, "simplemente", darse cuenta que a lo largo de la vida no existen tantos momentos merecedores de los adjetivos valioso y luminoso. Por eso siempre hay un miedo intrínseco a los mismos, un miedo mediante el que crees saber la manera de prolongarlo aun sabiendo que en la mayoría de los casos fracasara. Un miedo por el que temes creer en ese espacio y tiempo fijado. Así, es posible que muchas oportunidades desaparezcan o se conviertan en meros vestigios de algo que pudo ser y nunca fue. En muchos de esos momentos lo valioso y luminoso de los mismos reside en la propia volatilidad o fugacidad, en la constancia de estar viviendo un tiempo prestado y extraño que da la impresión de no estar existiendo. Pero hay momentos en los que la luminosidad se prolonga durante mucho tiempo, momentos en los que no hay espacio, ni tiempo ni causa posible que los vaya a terminar en breve y es sólo así como se puede disfrutar de la inmensidad de los mismos.

Así, de alguna manera, con la primera y la segunda se concluye en la tercera. Según la que aprendes que a lo largo de la vida hay muy pocas personas con las que te encontraras que merezcan realmente la pena. Mentalizarse que el número de personas especiales con las que te encontrarás en la vida es muy reducido puede resultar tan deprimente como real.

No hay comentarios: