lunes, 3 de marzo de 2008

Kysel (II)

Creaba una curiosa sensación de poder saber tantas cosas de ella y que ella no supiera ninguna de mí, al menos no de aquellas que nos vinculaban. En un principio ni siquiera conocía de mí ninguno de esos detalles superfluos y fáciles de conocer de cualquier persona: edad, profesión o, sin ir más lejos, el aspecto físico. Esto último le otorgaba gratuitamente la capacidad de reconocerme, aunque no necesariamente la de recordarme. No me recordaba, no me había visto en su vida. Pero yo a ella si. Existieron varios cruces aleatorios entre miradas, supuestamente, desconocidas. La miraba queriendo ver más allá de lo que proyectaban sus ojos, sabiendo su nombre, conociendo su historia con detalle a través de sus propias palabras y, a grandes rasgos, a través de aquello que sin ella saberlo nos vinculaba. Establecía ese vinculo, ese eslabón de la cadena que responde a la teoría de que entre dos personas cualquiera del mundo hay, teóricamente, un máximo de cinco o seis eslabones. Sus ojos se cruzaron con los míos en aquel andén, no aparté la mirada. Ella tampoco. Se subió en el tren y se fué.
Meses después la volví a ver en el mismo lugar solo que esta vez me sonrió, me saludó y se quedó un rato hablando conmigo. Sigue habiendo algo que nos vincula, seguirá siempre existiendo ese eslabón pero es posible que ella nunca sepa de la existencia de ese vinculo común. Es posible que nunca sepa que pertenecemos a un mismo campo de realidad en los archivos de la misma biblioteca. A veces sigo interesándome por su historia, la que ella cuenta; otras veces sigo trazos de recuerdos ajenos, vagos detalles que parecen irrelevantes. Es posible que algun día comparta con ella el archivo del pasado y que allí siga sin saber que, de alguna manera, somos archivos de la misma biblioteca, de la misma realidad. Es posible, aunque también difícil, que cuando alguien se queda mirándome sepa de mí tanto o más de lo que yo sé de ella y que para mí solo sea un completo desconocido. Quizás compartimos archivos del pasado de alguna biblioteca o si no, tal vez, y en algunos casos curiosa, extraña o tristemente, los archivos que compartimos del mismo campo de realidad sean del presente.

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