miércoles, 28 de mayo de 2008

Coste de oportunidad

El coste de oportunidad es el valor de la mejor opción no realizada. Porque en todos los ámbitos vitales y circunstanciales existen siempre disyuntivas que se esquivan con mayor o menor estilo. Decisiones no deterministas, decisiones cuyos parámetros evaluadores de su certeza no se atienen a un falso o verdadero. El coste de oportunidad son todas aquellas variables que se descartan al elegir una de las diversas bifurcaciones que ofrece una misma posibilidad o realidad. Se ejecutan varios procesos al mismo tiempo. Se invierte en varias empresas a la vez. Negociaciones diversas, acuerdos sin firmar. Letra pequeña. Letra invisible. Cualquier planteamiento que implique un coste de oportunidad, que nunca se puede llegar a comprobar lo alto o bajo que puede llegar a ser, requiere un esfuerzo mental. Seguir o plantarse. Abandonar o intentarlo de nuevo. Asesinar la esperanza o mantenerla. Hay variables aleatorias en todas esas diferentes bifurcaciones que muchas veces cambian radicalmente la evolución de las expectativas que inicialmente se fijaron, a veces a mejor, a veces a peor, a veces las hunden en la más jodida y absoluta miseria. Y, desde este dramático último plano: ¿cuál es la mejor opción no realizada?

...siempre hay algo que me hace volver.

[...] probablemente, debe existir una explicación a esa necesidad de volcar todo cuanto ha conocido en una posibilidad tangible y real, al vacío que provoca la ausencia de la misma, a lo complicado que es volver a creer. Odia anclarse en el tiempo, en momentos que no vuelven. Odia encontrar caminos tremendamente rebuscados para declararse culpable. [...] la mirada estática, los ojos azules, brillantes. Sonaba aquella canción, una vez más. Esa canción que había escuchado tantas veces en tantas circustancias y etapas diferentes de su vida. Si lo mirabas fijamente a los ojos, y solo analizabas el reflejo, podías ver todos esos recuerdos y momentos. Entre esas lágrimas, que nunca sabía explicar de dónde provenían al escuchar esa música, se dibujaban nítidas todas las vivencias. Regresaba a cada uno de esos momentos. Pero la canción se acababa, siempre se acababa. Entonces me miraba a los ojos, aún brillantes, y nunca supe que decirle para evitar ese dolor.

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